Un solar en Los Angeles

*Nota: Artículo originalmente publicado por Álvaro Carretero en Planeta Deporte

Por un momento, edificar pareció sencillo. Allí plantado, de pie, en medio de un solar rodeado de rascacielos, él no veía tierra y algún que otro hierbajo; sino el edificio más alto e imponente de todos. En su hoja de ruta todo estaba planificado al milímetro. Pero los obreros cualificados no llegaron en verano. Hubo de promocionar a inexpertos arquitectos que no lograban resolver las ecuaciones y su viejo socio, de 37 años ya, no estaba para seguir cargando sacos de hormigón.

Los Ángeles Lakers se las prometían felices tras draftear a D’Angelo Russell en verano. El rookie, unido a Julius Randle y Jordan Clarkson, iba a ser el puntal sobre el que edificar el ilusionante proyecto angelino. Nada más lejos de la realidad. Al menos por ahora. Porque los Lakers vuelven a ser uno de los equipos más desastrosos en lo que va de campeonato.

Estrepitoso. Si una palabra define el inicio de temporada de los Lakers ha de ser esa. Hay motivos para la esperanza, al menos a medio plazo. Pero el presente curso vuelve a pintar bastos. Lejos de dar alguna alegría a su afición, han vuelto a decepcionar. Esta vez, aún más profundamente dados los ánimos, tal vez más fanfarrones que coherentes, lanzados desde sus propios jugadores y los medios de comunicación.

0-4 de balance, empatados en el pozo del Oeste con New Orleans Pelicans. Solo ellos dos, Sixers y Nets quedan por estrenar su casillero de victorias. Lo preocupante de los Lakers no son sus derrotas. Sino la forma en que llegan. Analizamos sus números.

A falta de MVP…

Los Lakers han debido plantearse que, a falta de tener candidatos al MVP, van a hacer de cualquiera que juegue contra ellos un firme aspirante a serlo. Por una noche, al menos. Las estrellas de los equipos rivales se dan un festín cada vez que el calendario les depara un partido contra los de California. La jornada de puertas abiertas continua de su defensa garantiza números de escándalo noche tras noche.

Ricky Rubio lo bordó en el primer partido de temporada. 28 puntos, 14 y 0 pérdidas. Para pone su azaña en contexto, el base español no anotó 20 puntos en toda la temporada pasada. Su última vez fue el 14 de abril de 2014 contra los Spurs (21 puntos), aprovechando que Popovich optó por dar descanso a sus estrellas. Para dar más relevancia a su actuación, Ricky consiguió su career high en anotación y se quedó a 2 asistencias de batir su récord (16). Solo 4 veces llegó a los 20 puntos la 13/14.

DeMarcus Cousins pulverizó a los Lakers en el segundo partido. 21 puntos y 11 rebotes, acompañado por un Cauley-Stein que registró su mejor marca – aún no superada – de temporada con 17 puntos y 9 rebotes. Su mejor partido en la NBA hasta la fecha. Los Kings anotaron la barbarie de 80 puntos en la pintura con un 58% de acierto.

Pero aún más sangrante fue la resurrección de un Rajon Rondo a la deriva en ese mismo partido: 21 puntos y 8 asistencias. Desde el 13 de enero de 2015 Rondo no anotaba 20 puntos. Ese día sumó también 7 asistencias. Solo en 3 ocasiones superó los 20 puntos la 14/15.

Tercer partido para los Lakers. Dirk Nowitzki, que no atravesaba su mejor momento de forma, les avasalla con 25 puntos y 9 rebotes, firmando una carta de tiro casi inmaculada: 10/13 en tiros de campo. Dos de esos fallos vinieron desde el triple (3/5). Solo falló un tiro de dos. Y, por si no tenían suficiente, Zaza Pachulia se hizo dueño y señor de la pintura con 16 puntos y 12 rebotes. Otro season high más para un rival de los Lakers. La última vez que firmó el georgiano un doble-doble fue el 8 de abril ante los Cavaliers (19+10).

El martes llegaban los Nuggets de Kenneth Faried. Se mascaba la tragedia. 54 puntos recibió el equipo de Byron Scott en la pintura. Más de la mitad de ellos cosechados por un Faried desatado. 28 puntos y 15 rebotes, cómo no, tope de temporada en ambos registros. Hasta ahí, previsible. El drama fue que JJ Hickson, en plena decadencia y habiendo jugado apenas 2 miutos en toda la tepmorada (contra Oklahoma), acabase con 17 puntos y 7 rebotes.

Y eso solo por nombrar algunos de los jugadores más destacados. Porque, en todos esos partidos, hubo más jugadores que se dieron el atracón a costa de la nula defensa de los Lakers. Towns debutó con doble-doble (14+12), Rudy Gay endosó otros 21 puntos, los mismos que Gallinari…

Escuchando los números

Y, si a día de hoy los Lakers son una fábrica de récords para todos sus rivales, parece obvio que también han de cosechar registros negativos en múltiples facetas. Para entender la debacle a la que están sometidos y por dónde han de venir sus líneas de acción a la hora de mejorar y remontar este mal inicio, se antoja imprescindible analizar sus cifras.

  • Agujero negro en la zona

Actualmente, son el 7º mejor ataque de la liga, promediando 106 puntos por partido. La defensa es otro cantar. Encajan la friolera de 116,8 puntos, la peor marca de la NBA. Si lo analizamos a 100 posesiones, una estadística algo más precisa, los Lakers caen al 10º ataque de la liga (100,9 puntos), pero “mejoran” – si es que a eso se le puede llamar mejora – en defensa: 113 puntos encajados, tercera peor defensa.

¿A qué se debe? Analizamos los factores que empañan su paupérrima defensa. En primer lugar, son el equipo que mayor acierto permite al rival (48,6%), empatados con los Nets. Si la defensa en la pintura es un agujero negro, encajando tantos puntos en la zona, es lógico que el porcentaje de acierto rival sea más elevado que si es obligado a buscarse sus canastas desde fuera. Hasta 52 puntos por partido (peor equipo de la NBA) reciben en la pintura. Una auténtica salvajada.

Los Lakers permiten un 66,7% de acierto en la pintura. Es decir, 2 de cada tres 3 tiros del rival acaban en canasta. Un ‘galardón’ que les hace ser el segundo peor equipo, solo superado por los Kings.

  • Rebote

No controlar el rebote es otro de los factores a tener en cuenta. Teóricamente, la llegada de Hibbert y la recuperación de Randle ayudarían a sanar, aunque fuera mínimamente, la boca de metro que representaban sus pívots. Mero espejismo. Son el décimo equipo que más rebotes totales permite (48,3 por partido), y el 5º que más rebotes defensivos permite al rival (38).

Los Lakers son nefastos cargando el rebote ofensivo y, unido a su aún más nefasto balance defensivo, les hace débiles sea para recibir canastas rápidas o, simplemente, descolocar a su defensa y aprovechar la ventaja. Y no es solo que a duras penas atrapen rebotes ofensivos, sino que cuando los pierde en su aro, la Navidad llega adelantada. Son el tercer equipo que más puntos permite tras rebote ofensivo (19,3).

Al descontrol del rebote con perspectiva de los rivales se le suma que son el octavo equipo que menos rebotes totales captura (42,8), y el décimo peor en lo que a rebotes defensivos se refiere (32).

  • Asistencias y pérdidas

Ser, de largo, el equipo que más asistencias permite – 27, seguido por Sixers (26) y Pelicans (25,3) – pone las cartas sobre la mesa en lo que a esfuerzos defensivos se refiere. Las ayudas no llegan, la traslación por la pista es un caos y las desconexiones están a la orden del día.

Otro dato aún más contundente que refuerza su escasa capacidad defensiva es ser el equipo que menos pérdidas fuerza (12). Y, al forzar tan pocas pérdidas, son el equipo que menos anota tras pérdida del rival, logrando solo 10,8 puntos. No se presionan las líneas, no hay comunicación y rara vez logran defender en condiciones varias posesiones seguidas. Y, para rematar la faena, son el tercer equipo que más puntos recibe tras pérdida: 19,8, igual que Blazers y Pacers.

Nos empezamos a explicar mejor por qué se producen tantos puntos en la pintura y el porcentaje de acierto rival roza el 50%. Pero si lo que queremos saber es cómo influye la defensa angelina en ese porcentaje, mejor fijarnos en el porcentaje de acierto efectivo (eFG%). Esta estadística nos muestra el porcentaje de tiros que la defensa obliga a lanzar al rival. Es decir, cuando realmente hay defensa.

Los Lakers son el 6º peor equipo, pues su rival anota el 52,7% en este tipo de lanzamientos. Terrorífico que ante una defensa real se anoten más de la mitad de los tiros. Para hacernos una idea, los Warriors permiten solo el 41% y la mayoría de equipos ronda el 47%. Por comparar aún más, los Lakers solo anotan 45,5% de eFG, séptima peor cifra.

Desgranando su ataque

Si bien el pricipal tema del artículo era retratar su defensa, con el fin de esclarecer por qué son el peor equipo de la liga en este apartado, también podemos ofrecer ciertos datos reveladores en lo que al ataque se refiere. No es posible analizar el baloncesto solo a un lado de la cancha. Buceamos ahora en aguas menos revueltas, pero no por ello menos profundas. Porque las limitaciones de su ataque merman la confianza de cualquier plantilla.

  • Porcentajes de acierto

De entrada, son de los peores equipos en lo que a acierto en la línea de tres se refiere (28%). Tampoco en la pintura se prodigan especialmente, consiguiendo apenas 38,5 puntos. Su déficit desde el exterior y no encontrar referentes en la pintura más allá de Randle minimiza su porcentaje en tiros de campo, que queda en un 40,4%. Es la sexta peor marca, pero cabe reseñar que equipos como Memphis (40,2%) o Suns (40,3%), están prácticamente parejos, por lo que en esos últimos puestos habrá fluctuaciones constantes que les harán caer aún más abajo.

En lo que sí se les puede conceder cierto mérito es que en un equipo con clara vocación exterior, acumulando a la mayoría de sus referentes en dichas posiciones, no abusen del triple sabiendo que no están acertados de cara al aro. De hecho, solo el 36,4% de los lanzamientos de los Lakers son de tres puntos. Lógicamente, el 63,3% restante son de dos. De ese 63,3% que representan los lanzamientos de dos puntos, anotan el 50,1%.

La mayoría en las inmediaciones del aro, cayendo drásticamente su productividad a medida que retroceden. El 36,1% del acierto – dentro de ese 50,1 del que hablábamos – se produce debajo del aro. Desde la media distancia, es decir, fuera de la zona, llega el otro 14% restante.

Negados desde fuera y sin explotar el recurso de la media distancia, a las defensas rivales les resulta demasiado cómodo cerrar balones interiores, penetraciones o hacer dobles ayudas cuando uno de los pívots intenta jugar al poste. La baja productividad en ese aspecto no responde tanto a fallos puntuales o una falta de músculo, sino a la previsibilidad de sus ataques. Incapaces de producir en otras zonas, solo queda un recurso del que depender.

  • Asistencias

El dato de las asistencias es otro factor muy a tener en cuenta para analizar los ataques de los equipos. En el caso de los Lakers, apenas reparten 18,5 por partido, los quintos por la cola. Y eso que cuentan con bases como D’Angelo Russell o Jordan Clarkson que, a priori, deberían llevar el peso ofensivo del equipo.

No obstante, intentan sacarle el máximo partido a sus pases, logrando el 51,7% de sus canastas tras asistencia de un compañero. Donde más influye en su juego es en los triples. Pese a su escaso porcentaje, el 89% de sus triples anotados se producen tras una asistencia. Es decir, apenas tienen capacidad para generarse sus propios tiros, predominando ostensiblemente el catch&shoot (recibir y tirar).

Esto les obliga a generar juego primero, crear espacios y buscar una ventaja para encontrar un tirador. Que sus anotadores, como Kobe, Young, Lou Williams… No estén apareciendo como creadores de juego y no sean capaces de generar sus propios tiros es uno de los datos más preocupantes de su sistema actual.

No sucede así con los tiros de dos puntos. En este caso, el 60,7% de ellos viene sin ser asistidos. Es decir, por penetraciones o porque el propio jugador, generalmente un pívot en la pintura (Randle, ya que el resto no está demasiado fino) busca sus propias jugadas por su cuenta y riesgo.

Conclusiones

No son sino datos en frío, interpretados en su conjunto. Aún cabría hablar de sensaciones, de química de vestuario, del propio estado mental de los jugadores… Todo un amplio espectro de apartados subjetivos que no atienden a razón alguna más que a la de ser persona. Pero las estadísticas sí pueden darnos una idea de hasta qué punto los Lakers están colapsados. O qué y dónde han de incidir para mejorar.

Desde los Lakers se apuntaba a Playoff y, aunque la temporada no ha hecho más que empezar y tengan un margen de mejora indescriptible, ese mismo factor emocional, entrar en una dinámica negativa y la inexperiencia de sus jóvenes jugadores puede jugarles una mala pasada cuando quieran ponerse el mono de trabajo, hartos de tener paciencia, e intentar remontar el vuelo.

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